Cinco razones para dejar de comer pan blanco de caja 

Ha llegado el momento de dejar de consumir pan blanco de caja. Vea por qué: 

  1. Demasiado mezclado 

El trigo ya no es un alimento sano. Aunque sea ecológico o integral, el trigo moderno es híbrido. Contiene elevada cantidad de glutamina -proteína que irrita los intestinos-, y tiene mucho menos minerales y vitaminas que antaño. 

  1. Pobre en fibra, vitaminas y minerales 

El trigo integral puede no ser bueno para la salud, pero al menos contiene fibra, vitaminas y minerales. Pero en el pan blanco de caja, lo mejor de la harina se separa para dársela a los animales, y el resultado es un producto sin fibra y casi sin vitaminas y minerales–básicamente almidón; puras calorías sin nutrientes. 

Lo mismo ocurre con los cereales de caja. No se deje impresionar por las etiquetas que indican “enriquecidos con vitaminas.”La razón por la que se “enriquecen”, es porque los científicos se dieron cuenta en 1945 de que eran tan pobres en nutrientes, que la caja contiene tantos micronutrientes como los propios cereales -si no es que más. Los fabricantes añadieron entonces 3-4 vitaminas y poco Hierro. Es como robarle a alguien 10.000 pesos de su cuenta del banco y luego “enriquecerle” con veinte pesos. 

  1. Demasiado salado 

El pan blanco de caja está demasiado salado: un promedio de 19g sal/cada kilo de pan. Una porción de 250 g contiene 4.7 g sal (la máxima diaria recomendada por la OMS es 5g/día/persona). 

  1. Demasiado dulce 

El pan blanco de caja es puro almidón (azúcar) de combustión rápida o índice glucémico elevado, que provoca desgaste de insulina y reacciones de hipoglucemia. 

El índice glucémico indica el efecto de los alimentos en el nivel de glucosa en sangre durante las dos horas siguientes a su ingesta. 

El índice 100 de glucemia (el máximo) corresponde a la glucosa pura y…al pan blanco de caja, que es puro almidón, y éste a su vez una cadena de glucosas. 

Por eso consumir pan blanco es peor que comer terrones de azúcar: aumenta escandalosamente el azúcar en la sangre, afecta al páncreas y provoca el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares. 

  1. Demasiado gluten 

El trigo moderno fue un híbrido seleccionado por su riqueza en gluten, que es una mezcla de proteínas. Cuanto más gluten en la harina, más fermenta el pan y es más elástico y esponjoso: parece más apetitoso, hinchado, y se vende mejor. 

El problema es que el sistema digestivo de muchas personas no tolera tanto gluten del pan moderno. Esa intolerancia provoca cansancio, dolor abdominal, diarrea, reflujo, artralgias, eccemas, y trastornos neurológicos. 

Conclusión 

Se pueden comer sardinas, ensaladas, huevos, etcétera, sin pan, y sienta muy bien. Pero ya existe pan de Spelt, Ezekiel, Centeno 100%, o libres de gluten. Y las tostadas y totopos salen al rescate. Incluso se sentirá más ligero y con más energía después de una comida sin pan de trigo. 

Mal de muchos…consuelo de mexicanos

El hígado graso: un mal silencioso

Un serio problema se cierne sobre los niños: La acumulación de grasa en el hígado que está afectando a 1 de cada 2 niños. 

Casi la mitad de niños obesos tienen el hígado graso. En principio es una enfermedad benigna, pero sí evoluciona puede convertirse en cirrosis y seguidamente en cáncer. 

Esta tendencia alcista es preocupante y está asociada al aumento de la obesidad infantil. Hay que recordar que el hígado es la mayor fábrica de nuestro cuerpo y se altera por los malos hábitos alimentarios. 

Además de la obesidad, la vida sedentaria y la dieta deficiente propician hígado graso, lo que aumenta el riesgo cardiaco de los niños ya que se asocia a factores de riesgo más graves como niveles elevados de colesterol, glucosa e insulina y presión arterial. 

Las dietas altas en carbohidratos refinados pueden causar el hígado graso, que a su vez puede producir insuficiencia hepática y muerte y esto puede evitarse a través de cambios en la dieta. 

Algunos de los ejemplos de alimentos de alto índice glicémico (que aumentan rápidamente la glucosa) son: el pan blanco, el arroz blanco, los cereales de caja, el azúcar y el jarabe de alta fructosa. 

Alimentos de bajo índice glicémico son: las verduras, frutas, frijoles y granos sin procesar, que aumentan el nivel de azúcar en sangre más despacio. 

¿Sabía qué? 

  • El 80% de adultos obesos y el 50% de niños con sobrepeso, en especial las mujeres, tienen hígado graso. 
  • El 25% de pacientes con hígado graso terminan en cirrosis hepática en 10 años. 

Esta enfermedad se caracteriza por acumulación de grasas y triglicéridos en las células hepáticas y se asocia a la presencia de Síndrome Metabólico, obesidad, diabetes, hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia, y es más frecuente en mujeres que en hombres. 

Al inicio es asintomático, pero cuando el mal es crónico se pierde peso, y se sufren debilidad y fatiga. El hígado deja de trabajar bien y permite la llegada al cerebro de gran cantidad de amonio, lo que ocasiona cambios neurológicos. 

Un simple ultrasonido es suficiente para detectarlo. 

Se ha visto que un cambio en la dieta junto con suplementos lipotrópicos e incluso con homeopatía, recuperan las funciones del hígado. 

Apapachos para el hígado: 

  • Evitar cambios bruscos de peso. 
  • Disminuir la ingesta de grasas (chorizo, tocino, carne roja y embutidos); – Evitar productos con azúcar refinada (galletas, chocolates y pasteles). 
  • Evitar el consumo de cualquier tipo de bebida con alcohol. 
  • Cenar 2 ó 3 horas antes de acostarse. 
  • Entre cada comida es recomendable dejar pasar un lapso de 4 horas, para que no se sobrecargue el trabajo del hígado. 
  • Consumir cereales integrales y alimentos naturales, como arroz, pastas, trigo, frutas y verduras, nueces y semillas, y pescado. 
  • Realizar ejercicio diario. 

Perla Miranda, “Crece cifra de mexicanos con hígado graso”. El Universal, 24 de mayo de 2017. https://bit.ly/3WipKZi

Las bebidas azucaradas matan 

Lo dice Harvard (les damos crédito porque fue en estudio previo a hospedar a Calderón) 

Una semana después de que un juez de la Suprema Corte Estatal de NY desactivara la iniciativa del Alcalde de la ciudad de NY de prohibir la venta de Sodas y Refrescos tamaño gigante, un grupo de investigadores de Harvard reveló el impacto que tienen esas bebidas sobre la salud global. 

¿Su conclusión? Matan 184,000 personas anualmente.

Se usaron 114 encuestas de organizaciones de salud de gobiernos e independientes comprehendiendo a 720,000 personas en 54 países que representan al 63% de la población mundial. Se revisaron las relaciones entre el consumo de bebidas azucaradas con la obesidad, cáncer y padecimientos cardiovasculares. Cerca de 3⁄4 partes de las muertes sucedieron en países de bajo o mediano ingreso, y entre los 35 países más grandes, destaca México con la tasa de mortandad más grande, y Japón la más baja, asociada al consumo de bebidas azucaradas. 

Las bebidas edulcoradas conducen a obesidad, que conduce a la diabetes y padecimientos cardiovasculares así como a cáncer (mamario, colorrectal, pancreático y de vesícula). 

Si esto no deja en claro lo nefastas que son esas bebidas, pues entonces sígale a su chispeante eutanasia. 

 

Referencias: Sonia Corona. Mexicanos pierden sed de refrescos por entrada en vigor del llamado “impuesto a las colas”. El País, 23 de junio de 2015. https://bit.ly/3gDRI1Y

Trastornos de conducta por leche y trigo 

La dieta sin gluten y caseína es fundamental para mejorar la calidad de vida de los niños afectados, como Autistas e Hiperactivos. 

¿Por qué retirar la leche y el trigo? 

Todos sabemos que “somos lo que comemos”; pero aún más: somos lo que comemos, y como lo procesamos, asimilamos y excretamos. No sólo importa lo que entra por la boca, sino qué sucede con lo que entra. 

Para asimilarse, los nutrientes deben descomponerse gradualmente hasta pasar por el intestino al torrente sanguíneo. 

El 90% de los niños autistas e hiperactivos deficiencias enzimáticas que impiden desdoblar bien las proteínas, en especial, de la leche (caseína) y del trigo (gluten), ambas causantes de conductas 

inapropiadas de los niños. 

Las proteínas son un collar que para ser útil debemos “desbaratar” en cuentas sueltas (aminoácidos). Un autista o TDAH no puede hacerlo; las “desbarata” parcialmente en PÉPTIDOS, lo que agravado porque la Candidiasis y la falta de lactancia materna hacen al intestino permeable, estos péptidos se filtran hacia el torrente sanguíneo afectando el cuerpo y el cerebro. 

¿Por qué mi hijo se porta tan mal? 

Los péptidos de caseína (caseomorfinas), y del gluten (gliadorfinas) son similares a la morfina y provocan el efecto de una droga. 

Esto provoca adicción a estos alimentos, y muchos padres ven que sus hijos solo quieren comer leche, pan, pizza, galletas, queso, yogurt, etc. 

Las conductas autistas se presentan también en personas adictas a drogas opiáceas, porque estas afectan los órganos de los sentidos, haciendo que sientan de más o de menos: 

En autistas: 

Tacto 

De menos: conductas auto-agresivas, auto-mordidas, golpearse la cabeza. Incluso sacarse un ojo sin sentir dolor. 

De más: sienten “dolor” al peinarlos, o cortarles las uñas; no soportan el roce de la ropa (muchos se desvisten), calcetines y zapatos. 

Vista 

De menos: se pegan a la TV; obsesiona ver por la ventana. 

De más: se esconden bajo una mesa o dentro del closet. Se pican los ojos, se fascinan con objetos luminosos o en movimiento, sienten miedo en lugares oscuros y desniveles. 

Oído 

De más: se tapan los oídos. No soportan lugares ruidosos ni aglomeraciones. 

De menos: serán ruidosos y gritarán, les gustarán lugares con eco o que amplifiquen sus gritos. 

Gusto y olfato 

De menos: se ensalivan continuamente, son capaces de probar o comer “cualquier cosa” como embarrarse o jugar con excremento. 

De más, serán selectivos con alimentos, sólo comerán 2-3 opciones. 

En TDAH, se presentan desordenes sensoriales: 

Táctil: No tolerar etiquetas de la ropa. Usan las prendas equivocadas; se quitan calcetines o zapatos; caminan de puntitas; caminan mucho; les disgusta cortes de uñas y pelo, que les cepillen los dientes, etc. 

Auditivas: Escuchan muy fuerte el radio-TV, presentan atraso de lenguaje, no soportan el ruido de aspiradora, etc. 

Visuales: Se acercan los objetos, temen lugares oscuros, prenden y apagan la luz. 

Gustativas y olfatorias: selectivos con los alimentos, les molestan olores que otros pasan desapercibidos. 

Además de estos trastornos, los péptidos opioides incrementan la hiperactividad, la impulsividad y conductas agresivas, lo que les impide estar atentos y aprender. 

¿Cómo sustituyo la leche y el pan? 

Se pueden usar “Leches” de linaza, almendra, arroz, o coco. 

En cuanto al gluten, hay que usar maíz, amaranto, garbanzo, tapioca, yuca, arroz, quinoa, mijo, entre otros. 

Hay que saber que algunos niños se mostrarán inquietos por el síndrome de abstinencia -similar al que se sufre en la desintoxicación de una droga. 

Olvídese de las calorías

Lo nuevo es “los obesógenos”

Las calorías ya no son el único causante de obesidad.

Apenas estabamos entendiendo eso de las calorías en tablitas nutrimentales y nos salen con el Índice Glicémico; y como que ya le entendíamos y ¡Zas! “quesqueora”, aunque reduzcamos calorías, engordaremos irremediablemente. 

Ya nos habían dicho que eso de las calorías era asegún se vistieran: si venían disfrazadas de azúcar o arroz blanco eran malandras. Si venían vestidas de brócoli o amaranto, pase asta sin avisar. 

En Francia se descubre que Danone metía probióticos de los usados para engordar “cochis”. Y ahora nos avisan que los agroquímicos en las cosechas también engordan, por lo cual ya ni las lechugas son de fiar. 

¡Háganme el refabróncabor! 

Esas sustancias Obesógenas están ocultas en todas partes, y programan a nuestros cuerpos a almacenar grasa a tal grado, que una fresca lechuga nos puede engordar más que una hamburguesa. 

Los obesógenos son “disruptores endócrinos”, o toxinas que simulan los efectos de las hormonas naturales y alteran sus respuestas normales. Así, estas “calorías químicas” pueden ocasionar más obesidad que las “calorías calóricas”.

¿Y cómo es que influyen tanto? 

Alteran la liberación normal de la hormona Leptina que avisa al cerebro que ya se llenó el tanque. También reprograman a las células para volverse células adiposas y que almacenen grasa. 

Y por si fuera poco, son inflamatorias, y producen estrés oxidativo que daña a la fuente de energía corporal, la mitocondria, lo que desata una cascada de efectos negativos. 

Los obesógenos son más nocivos durante el embarazo y el desarrollo del infante, al que dejan programado para criarse como si estuviera destinado al rastro. 

Lo importante: ¿de dónde vienen y cómo evitarlos? 

Carnes, aves y lácteos son las mayores fuentes. Se usan legalmente hasta 6 hormonas cuyos residuos quedan en los tejidos y leche. 

Hay estudios con gente que come carne regularmente que demuestra niveles más elevados de hormonas forasteras en su sangre y sus tejidos, y otros estudios que muestran la conexión entre las hormonas en los lácteos y la creciente obesidad, aunque sea “descremada” o “lait”. Y los peces cultivados tampoco se salvan. 

Pero los vegetales comerciales también nos alteran, porque se rocían con sustancias que actúan en nosotros como “simuladores estrogénicos” y como “disruptores tiroideos” ligados ambos con aumento de peso. 

Y si a eso le agregamos los BPA’s y otras sustancias de los plásticos que alteran el sistema glandular y aumentan el tamaño de las células adiposas (las que almacenan grasa) el problema es aún más gordo. 

Para rematar, el agua potable puede contener residuos de pesticidas y de medicamentos farmacéuticos que también alteran el sistema glandular. 

Las fragancias de artículos de aseo engrosan la lista, junto con las palomitas de microondas y los teflones (contienen ácido perfluoro-octanoico, obesógeno que promueve el crecimiento de tumores, particularmente en las mujeres. 

Así pues, los obesógenos están por doquiera -el 93% de los norteamericanos contienen BPA en sus cuerpos- y la pregunta es ¿Y a los mexicanos quien nos cuida?