La Hora Sana de la Semana

Hace 50 años, los organismos genéticamente modificados (OGM) prometieron maravillas increíbles: fruta que no se congelaría jamás, cultivos que no necesitarían fertilizantes ni pesticidas, alimentos con vitaminas y medicamentos incorporados vía genética. Pronto, toda la comida sería genéticamente modificada. Los genetistas transformarían todo lo que deseáramos haciendo mezclas de genes de todo tipo.

El mayor fraude científico de las compañías de OGM fue asegurarse de que ninguno de esos alimentos se sometiera a pruebas de seguridad. En EE.UU., impusieron el concepto de “equivalencia insustancial”. Esto significa que, si un cultivo GM se parece a su equivalente no GM, y se cultiva igual, entonces lo es: no se requiere ninguna prueba de seguridad para usarlo como alimento humano.

Ese maíz GM puede contener virus y genes resistentes a los antibióticos, así como uno que lo hace exudar insecticida, pero para el gobierno se ve y se cultiva como maíz, así que se considera seguro para comer.