“¡Pos ahí deme nomás pa’ las sodas!” o “¿quién se tiende por los chescos?”, son frases cotidianas repetidas por millones de mexicanos que describen la familiaridad que tenemos con esas bebidas nefastas que nos tienen orgullosamente en primer lugar de consumo per cápita con 160 litros por choya, que nos dejan 9 kg de sobrepeso acumulables año tras año. 

Pero a la voz de ¡Sí se puede! desbancaremos en un par de años a los Estados Unidos de América (EUA) del campeonato de la obesidad. México tiene un 25% de su población con obesidad clínica, sólo abajo de EUA que tiene 31%. 

La mala noticia es que el sobrepeso y la obesidad son una enfermedad crónico degenerativa incurable. 

Y lo que más trabajo nos cuesta es creer que el principal responsable es el desmedido consumo de bebidas endulzadas (regulares y de dieta), porque no entendemos cómo es que algo líquido se convierte en grasa. 

Y las peores son las “light” o dietéticas -que usan endulzantes artificiales-según estudio en la 

Universidad de Texas, cuyo consumo aumenta hasta un 70% la circunferencia de la cintura, y por si fuera poco, agravan el riesgo de desarrollar diabetes. 

O sea que estas bebidas no sólo carecen de calorías sino también de ética. 

Así es que hay que medir los azúcares y evitar las bebidas “light” o dietéticas, y las regulares, 

incluyendo sodas, jugos y “yogurt”, e integrar más verduras y frutas, de las cuales México tiene 360 variedades, pero se consumen sólo el 8%. ¿No es de locos, o aun mejor, de ignorantes suicidas? 

Y así como adquirimos los malos hábitos (porque no nacimos mamando “chescos” ni sodas “light”) podemos, con base en la repetición, instalar unos nuevos y saludables que vayan mejorando la raza, porque al paso que vamos, nadie cerrará la puerta, porque ninguno podrá pasar por ella. 

En la Universidad de Monterrey se señaló que los costos médicos para atender un paciente obeso de 30 años de edad equivalen a los de un paciente no obeso de 50 años. Y ni que decir de la diabetes, para la que ya no alcanza el dinero y por sí misma podría quebrar al Sistema de Salud completo. 

Súmese a esto que se invierte cada vez menos tiempo al aire libre, y tenemos que un 50% de los niños que son obesos hasta los 6 años, seguirán así en la edad adulta, y de los de 10 a 14 años, un 80% seguirá en el club de Tobi. 

Así las cosas, agua alcalina, las tradicionales aguas frescas, y agarrar la bicicleta. 

Sharon P. Fowler: “Fueling the Obesity Epidemic? Artificially Sweetened Beverage Use and Long-term Weight Gain”. Wiley Online Library, 6 de Septiembre de 2012. https://bit.ly/3BTgym8

Sharon P.G. Fowler MPH, Ken Williams MS, Helen P. Hazuda PhD. “Diet Soda Intake Is Associated with Long-Term Increases in Waist Circumference in a Biethnic Cohort of Older Adults: The San Antonio Longitudinal Study of Aging” Journal of the American Geriatrics Society, 17 de marzo de 2015. https://bit.ly/3WvVt9e

María del Rosario Rodríguez-Burelo, María Isabel Avalos-García, Concepción López-Ramón. “Consumo de bebidas de alto contenido calórico en México: un reto para la salud pública. Salud en Tabasco, 2014. https://bit.ly/3VotnvO

Sandra Delgado: “México, primer consumidor de refrescos en el mundo”. Gaceta UNAM , 28 de octubre de 2019. https://bit.ly/3WEHi1P

Nuris Yohana Caravalí-Meza, Arturo Jiménez-Cruz y Montserrat Bacardí-Gascón. “Estudio prospectivo sobre el efecto del consumo de bebidas azucaradas sobre la obesidad en un periodo de 12 meses en mexicanos de 15 a 19 años”. Scientific Electonic Library Online España, 2016. https://bit.ly/3hK9Ho4