Estudio sacude a refresqueras 

En lo que parece ser el estudio más controvertido desde la publicación del experimento de las ratas de Seralini el año pasado, en la Universidad de Utah encontraron que aun consumiendo cantidades pequeñas de azúcar se duplicó la tasa de mortandad de ratonas de laboratorio. 

Ratonas alimentadas con el equivalente de tres latas de soda por día, aumentaron en 100% su tasa de mortandad, y los ratones experimentaron una caída drástica de fertilidad e incapacidad para mantener su territorio (menos machos, pues). 

Los resultados muestran que el azúcar consumido, aun en concentraciones consideradas como seguras, impacta dramáticamente la salud de los mamíferos. 

Uno de los autores, James Ruff, explicó que aunque los ratones no mostraban síntomas observables de obesidad o diabetes, morían más, y se reproducían menos. 

El estudio fue diseñado para imitar el ambiente real entre ratones, forzándolos a competir por territorio y parejas. El estudio encontró que además el azúcar hace que los ratones sean más tontos que si sus padres fueran primos hermanos. 

Muchas personas consumen más azúcar que estos ratones. 

Con la dieta en este experimento los ratones recibieron el 25% de sus calorías diarias como azúcar refinada. Esto tiene implicaciones obvias, ya que una gran porción de la población consume un porcentaje muy superior al 25% de sus calorías en forma de azúcares refinados, como: 

Maltodextrina, Alta Fructosa, Sacarosa, Dextrosa, Fructosa. 

Y el abuso de estos azúcares es causa primaria de la epidemia de diabetes. 

Además de las fuentes obvias (sodas, caramelos, cereales, pastelillos, etcétera) están ocultos en comestibles como salsas, aderezos y hasta pan blanco. 

A pesar de hacer un esfuerzo consciente para evitarlos, es fácil ingerir grandes cantidades inadvertidamente todos los días. Y si este estudio es extrapolable a los humanos, consumir azúcares refinados nos hará morir prematuramente, volvernos infértiles y tener impedimentos cognitivos que reducen nuestra capacidad de supervivencia. 

Pero ¿por qué el azúcar refinado es tan nocivo para la salud? 

Porque es un “anti-alimento” desprovisto de nutrientes. Por lo anterior, quienes lo consumen tienen que aportar sus propias reservas de nutrientes para procesar el azúcar, ocasionando déficit nutricional. Al carecer de los minerales y nutrientes para mantener la salud, sus sistemas fallan y los médicos bautizan esas fallas como “Diabetes”, “Déficit de Atención”, “Cáncer”, etcétera. 

Siendo la causa real de la mayoría de enfermedades el agotamiento de la reserva de nutrientes, hay que evitar el consumo repetitivo de alimentos refinados. 

Esos “alimentos patógenos” produjeron a la industria farmacéutica grandes utilidades por enfermedades degenerativas y cáncer. Y son: 

  • Azúcar blanca, Pan blanco, Sal refinada, Frituras, Carnes procesadas, Lácteos industrializados, Sodas y bebidas deportivas y energizantes, jugos falsos, nieves, repostería, y dulces. 

Si se le antojan, es porque se encuentra deficiente de minerales. Su cuerpo tiene inanición por minerales y pide seguir comiendo hasta obtener algunos. Pero como los alimentos ingeridos carecen de ellos y encima roban más, uno termina retacado de calorías que se acumulan, cuando lo que se requiere es nutrición que sacie el hambre fisiológica. Y esto proviene de alimentos densos en nutrientes y suplementos de amplio espectro. 

Algunos de los súper alimentos más recomendados son las algas marinas pardas y las microalgas como la espirulina. Pueden agregarse a los alimentos o consumirse en polvo con jugos frescos o en cápsulas. 

Pastel y papitas

¿Por qué cuando comes pastel te detienes en la segunda tanda, pero cuando abres una bolsa de papitas es casi imposible detenerse? 

Porque con el pastel el cuerpo sabe que ha tenido suficiente, pero con las papas no dispara la misma alarma. ¿Por qué? 

¡Porque fueron diseñadas especialmente para eso! 

Este es uno de los impactantes resultados a los que llegó Michael Moss al cabo de 4 años de investigar a la industria de comida procesada. El New York Times publicó un extracto de su libro Sugar Fat: How the Food Giants Hooked Us (Grasa azucarada: Como nos engancharon los Gigantes de los Alimentos) en que el autor explica cómo es que todas las botanas tienen en común “el punto de la felicidad” que es un de sabor que nos mantiene comiendo sin dejarnos satisfechos (¿Le suena familiar?: “¡A que no puedes comer solo una”!). 

Moss cita a Howard Moskowitz, investigador pionero del “punto de la felicidad” que explica lo trabajoso que resulta dar con “ese redituable sabor adictivo”. 

Moskowitz trabaja en una nueva fórmula para Dr. Pepper y el proceso fue así: 

Encontrar el punto de la felicidad requirió preparar 61 fórmulas sutilmente distintas -31 para la versión normal y 30 para la dietética. Luego fueron sometidas a 3,904 degustaciones en Los Ángeles, Dallas, Chicago y Filadelfia. Los catadores descansaron 5 minutos entre cada trago para restaurar sus papilas gustativas. Al cabo de cada muestra, dieron calificaciones numéricas y respondieron preguntas como: 

¿Qué tanto te gustó? ¿Qué tan fuerte es el sabor? ¿Qué opinas del sabor? ¿Cómo describes la cualidad del producto? ¿Qué tanto querrías comprarlo? 

La información obtenida -un reporte de 135 páginas- es muy detallada y muestra los sentimientos de distintos grupos ante un fuerte sabor a vainilla contra uno más tenue, contando aspectos como el olor y la fuerza sensorial que los expertos definen como “sensación de boca” que es la manera en que un producto interactúa con nuestra boca (con sensaciones de sequedad, gomosidad, humedad, etc.), términos familiares para los sommeliers. Pero la sensación bucal de refrescos y alimentos –sobre todo los altos en grasa- ocupa el 2º. lugar después del punto de la felicidad para predecir cuánto antojo generará un producto en el consumidor. 

Estas revelaciones podrían no ser sorprendentes, porque suena muy lógico que las grandes corporaciones chatarreras contraten a los mejores científicos e ingenieros del sabor. 

Sin embargo ¿Podrían usar sus habilidades para ayudar al problema de obesidad mundial? La respuesta es: “Si chucha…¿y tus calzonzotes?” 

Porque desde la lógica de “la utilidad ante todo”, a ningún productor de chatarra le interesa que sus consumidores coman o beban menos, así resulte en sacrificar la salud y el futuro de generaciones y naciones enteras, porque al final, también podrán invertir en la mal llamada “industria de salud” que no es otra cosa que la de “la administración de la enfermedad”. Y colorín colorado, la casa siempre ha ganado. 

Sana Sana

Los bebés aprenden a comer sano desde antes de que nazcan. 

Desde antes que el niño pruebe su primer bocado, conoce los sabores a través del líquido amniótico en la matriz, y más tarde en la leche materna. 

Las mujeres pueden dar a sus hijos una probada de comida saludable desde antes de que nazcan, comiendo muchas verduras durante el embarazo, según hallazgos científicos. 

Una serie de estudios han demostrado que lo que una mujer consume durante el embarazo y la lactancia puede tener influencia decisiva en el tipo de comida que su bebé preferirá cuando sea destetado. 

La notoria dificultad de enseñar a niños muy pequeños a comer verduras en vez de alimentos dulces y grasosos se puede superar si las madres se dan cuenta de la importancia de que ellas mismas coman bien, señalan científicos. 

La buena noticia es que la investigación muestra que los bebés y su paladar pueden aprender desde muy temprano a comer alimentos saludables, incluso antes de su primer bocado, señaló Jule Mennella, bióloga del desarrollo del Centro Monell de Química de los Sentidos, en Filadelfia, EUA. 

El mensaje es: coman alimentos saludables que disfruten y cuando el bebé sea destetado, ya estará familiarizado con esos sabores, declaró la científica en la reunión de la asociación estadounidense para el avance de la ciencia, en Boston. 

Un estudio con 46 bebés de entre 6 meses y 1 año de edad descubrió que aquellos cuyas madres tomaron jugo de zanahoria con regularidad cuando estaban embarazadas, o en los primeros 3 meses de lactancia, comieron casi 2 veces más cereal sabor zanahoria que aquellos cuyas mamás no tomaban jugo. 

Fue la primera vez que los bebés probaron alimento sólido, y muestra la influencia que nuestras primeras exposiciones tienen sobre nosotros. La investigación muestra que los niños reciben información sensorial en la matriz y mediante la leche materna. 

Durante el destete 

Hasta los niños alimentados con biberón pueden aprender con rapidez a gustar de las verduras si se les expone al sabor durante el destete. Sea que un niño haya sido alimentado con leche materna o de fórmula, puede aprender desde que es destetado. Si se le expone desde el principio a las frutas y verduras con regularidad, pronto aceptará esos alimentos. 

El consejo es: coman una variedad de alimentos saludables que disfruten durante el embarazo y la lactancia, y una vez que sus bebés empiecen a comer alimentos sólidos denles repetidas oportunidades de probar esos alimentos, hasta que lleguen a gustar de su sabor. 

Los bebés están programados para gustar de los alimentos dulces y grasosos porque esos sabores se asocian a las altas calorías, en tanto muchos vegetales tienen un sabor amargo por las sustancias naturales que las plantas generan para evitar ser comidas. 

¡Si existe la “menopausia” masculina!

Apenas si se menciona que también el hombre atraviesa una etapa “difícil” cuando se reducen la fertilidad y la actividad sexual, y que se llama: Andropausia. (¡Ah! ¿Será por eso?).

La medicina describe esta crisis masculina relacionándola con circunstancias externas, más nunca con sus cambios hormonales (Por supuesto: ¡la mayoría son varones!). El varón -al igual que la mujer- es víctima de los estereotipos de una sociedad cosificante, donde se le reduce al papel de proveedor principal. Y cuando llega el balance de la edad incierta, se puede caer en depresión, sensación de vacío, y desesperación (¡Ya párenle, que me hacen llorar!). El varón exagera entonces su respuesta ante “no haber disfrutado de la vida” y se busca mujeres más jóvenes, (pero hay cosas que no reverdecen), o actúa como adolescente intentando recuperar “lo perdido”.

Pero lo que más preocupa al varón es el cambio funcional. Como no tiene menstruación, y por tanto evidencias visibles del cambio, “lo intuye perspicazmente”. Y es que se echa de ver la merma en “brío y rudeza” (suspiros…). Las glándulas sexuales masculinas disminuyen su actividad con la edad, produciéndose “insuficiencia testicular” -descrita como “caída”, ¡Chín!- y percibida como “debilidad”.

Esto es parte del envejecimiento iniciado desde la tercera década cuando disminuyen hormonas como la DHEA, y los varones tienen relaciones sexuales menos frecuentes porque disminuye el apetito sexual.

Disminuyen las erecciones matutinas. Requiere más tiempo lograr una erección, y retardar la eyaculación. Todo esto genera un ritmo sexual más sosegado. ¡Pero escuche bien!: para un varón que disfruta su madurez sexual, es una ventaja para profundizar y prolongar más la intimidad.

La mayoría de varones temen más perder potencia sexual que bajar el nivel hormonal (¡Porque eso ni quien se lo reclame!). La impotencia es el mayor problema del varón durante el cambio porque afecta el núcleo de su masculinidad. Y es un aspecto tan sensible, que la falla más mínima puede provocar que ese “fracaso humillante” se repita creando un círculo vicioso de consecuencias psíquicas. Y algo tan individual repercute en la pareja, porque muchas mujeres se sienten culpables cuando ellos no funcionan; se sienten insuficientemente atractivas como para provocar una reacción “normal”.

Desgraciadamente el sistema machista lo refuerza transfiriendo a la mujer la “responsabilidad”. Y para empeorar, el varón poco comparte esto con otros hombres evitando lo que considera “un fracaso personal”. Rehúye el problema o lo compensa con la ayuda de mujeres frívolas, prostitutas, o perversiones sexuales, camuflajeando su “deficiencia”.

En la mujer la menopausia pesa físicamente; para el varón psicológicamente; se siente obligado a lograr lo que nadie en la historia: ¡Ser potente, siempre! Así se educan los hombres y nadie les ha dicho que ya pueden librarse de este atavismo.

¡Qué paradoja! La mujer pierde fertilidad, pero mantiene su deseo sexual. El hombre mantiene la fertilidad, pero disminuye el deseo sexual.

Por la presión a que se somete, el varón manifiesta síntomas similares a la menopausia: sofocos, sudoración, insomnio, depresión, y fatiga. Pero debe reconocer que se aproxima una “segunda primavera”, y aceptar otra forma de fertilidad mediante la creatividad basada en experiencia y sabiduría, proyectada no solo hacia la pareja o la familia, sino hacia la sociedad y el mundo.

Encuentre recomendaciones prácticas para prevenir y remediar tan penosa -pero evitable- condición en el artículo El hombre frente a la andropausia