Ejemplo de pizza vegana

Vegetariamismo contra el calentamiento global

Una dieta más vegetariana podría ser la forma más sencilla y poderosa de reducir nuestro impacto ambiental sobre el planeta.

Investigadores de la U. de Oxford hallaron que al reducir el consumo de cárneos y lácteos en la dieta se reduciría la huella de carbono hasta en un 73%, tan solo por lo que cada quien comemos.

Ahora, si todos dejaran de comer estos alimentos, estimaron que las tierras de cultivo a nivel global se reducirían en un 75%, área equivalente a sumar los territorios de EUA, China, Australia y la UE.

Y esto no solo resultaría en un desplome significativo en las emisiones de gases invernadero, sino que también liberaría las tierras silvestres que se destruyen al convertirla en uso agrícola, lo cual es una de las principales razones de extinción masiva de la vida salvaje.

Este estudio reciente, publicado en la Revista Science(1), es uno de los análisis más completos que se han realizado hasta hoy respecto a los efectos nocivos que la agricultura puede tener sobre el ambiente e incluye datos obtenidos de 40,000 granjas en 119 países.

Los hallazgos revelan que la producción de cárneos y lácteos es responsable del 60% de la emisión de gases invernadero de origen agrícola y que apenas aportan el 18% de las calorías y el 37% de las proteínas a nivel mundial.

Los investigadores incluyeron en este estudio la información de 40 productos agrícolas que abarcan el 90% de todos los alimentos que se consumen.

Analizaron cómo es que cada uno de ellos impacta el ambiente mediante el análisis de emisiones del cambio climático y de contaminación de agua y aire.

El autor líder, Joseph Poore, dijo: “Una dieta vegetariana es probablemente la forma más sencilla y poderosa para reducir nuestro impacto sobre el planeta, y no solo los gases invernadero, sino la acidificación global, la eutrofización, y el uso racional de la tierra y el agua. Todo ello es mucho mayor que reducir los vuelos o usar autos eléctricos”, que solo reducirían las emisiones de gases invernadero.

“Evitar el consumo de productos animales produce beneficios ambientales mucho mayores que el solo tratar de consumir cárneos y lácteos sustentables”, terminó diciendo.

La investigación comparó también las diferentes técnicas utilizadas para producir los mismos alimentos analizados y encontró marcadas diferencias en términos de los impactos ambientales. Por ejemplo, el ganado criado con pasturas naturales usó 50 veces menos tierra que el criado en tierra deforestada (que emite gases invernadero 12 veces mayores).

Esto es más contrastante cuando se comparan emisiones de gases invernadero con la producción de proteína vegetal (como chícharos o tofu).

Poore explicó también que incluso métodos que se asumen sustentables, como la piscicultura de agua dulce y criar ganado con pastura fresca, pueden generar problemas ambientales. “Convertir pastura en carne es como convertir carbón en energía: solo sucede con un costo enorme en emisiones”, comentó al diario The Guardian(2).

Este estudio es el resultado de un proyecto de 5 años que comenzó como una investigación sobre la producción sustentable de cárneos y lácteos. Después del primer año, Poore dejó de consumir productos animales.

“El asunto es que no es suficiente con poner etiquetas ambientales en unos cuantos productos y esperar que afecte de alguna manera el consumo”, agregó.

“Los consumidores tardan en hacerse conscientes de estas cosas, y más tiempo aún para actuar en consecuencia. Además, el etiquetado probablemente necesite combinarse con impuestos y subsidios. Mi opinión es que facilitar información a los consumidores podría inclinar todo el sistema de producción de alimentos hacia la sustentabilidad y la rendición de cuentas”.

  1. J. Poore1,2,*, T. Nemecek3 – Science 01 Jun 2018: Vol. 360, Issue 6392, pp. 987-992, DOI: 10.1126/science.aaq0216 2. https://www.theguardian.com/environment/2018/may/31/avoiding-meat-and-dairy-is-single-biggest-way-to-reduce-your-impact-on-earth

Comida chatarra ligada a mayor asma y eccema infantiles

En la Revisa Thorax se reportó que niños que consumen comida rápida 3 o más veces por semana están más susceptibles de desarrollar asma severa, alergias y problemas de piel, como eccema.

Usando datos recopilados por el Estudio Internacional del Asma y las Alergias en la Infancia (ISAAC) que incluyó a más de 2 millones, se encuestaron los hábitos alimentarios de 500 mil sujetos (niños entre 6 y 7 años y adolescentes entre 13 y 14). Luego compararon estos datos con las tasas de alergias y asma.

Descubrieron que los niños que consumieron al menos 3 comidas rápidas por semana eran 27% más susceptibles de desarrollar asma severa, y los adolescentes un 40% más susceptibles respecto de los niños y adolescentes que comieron menos o ninguna comida rápida. También los niños de comida rápida fueron más susceptibles de desarrollar eccema severo y rinitis.

Al mismo tiempo, se vio que consumir más porciones de frutas y verduras reducía los síntomas en 11% en los adolescentes y en 14% en los niños.

Los autores concluyeron que las comidas rápidas pueden contribuir al incremento del asma, la rino-conjuntivitis y el eccema, y que el consumo regular de frutas y verduras protege contra estas enfermedades.

Se piensa que un alto consumo de sal, azúcar y carbohidratos refinados, grasas trans, conservadores y aditivos químicos de las comidas rápidas, sean los agentes principales de disparo tanto en asma como en alergias, sobre todo en niños. Aunque, como siempre, las “autoridades” piden más estudios antes de actuar al respecto.

Los estudios sugieren que la dieta puede contribuir al riesgo de desarrollar asma o a aumentar la frecuencia y severidad de sus síntomas, de acuerdo a Malayka Rahman de Asthma U.K., quien dice que consumir semanalmente 5 porciones de fruta y verdura fresca, 3 de pescado, y 2 de legumbres cumple con este propósito.

http://www.telegraph.co.uk

http://www.guardian.co.uk

El asma está relacionada con la dieta moderna

La evidencia de que la dieta occidental es un factor de riesgo para el asma continua creciendo. Se trata de un problema de salud muy serio y en alarmante aumento mundial.

Uno de los estudios que validan la relación entre el asma y la dieta occidental fue publicado en la Revista Europea de Padecimientos Respiratorios (European Respiratory Journal) en 2008. Investigadores franceses y mexicanos dividieron a 54,673 mujeres francesas en 3 grupos clasificados según sus hábitos dietéticos: el prudente (con alta ingesta de frutas y verduras); el nueces y vino por el marcado consumo de ambos, y el occidental por su consumo elevado de carnes frías y embutidos, pizza, postres y botanas.

Las del grupo occidental experimentaron más ataques de asma que en los otros dos grupos, mientras que las del grupo nueces y vino (cercano a la dieta mediterránea) tuvieron significativamente menos.

Por lo anterior concluyeron que la dieta puede estar involucrada en la exacerbación de las crisis del asma.

 

Hay que bajarle a las hamburguesas.

A este estudio siguió otro publicado en la revista Thorax en 2010 que incluyó a más de 50,000 niños en 20 países. Encontraron que entre los niños que vivían en países ricos, comer 3 o más hamburguesas por semana estaba asociado a un mayor riesgo de desarrollar asma. Pero tomando a todos los países en su conjunto, el mayor consumo de frutas y verduras estuvo asociado a un riesgo significativamente menor de desarrollar asma.

Otro estudio de 2013 publicado en la revista Allergy encontró una relación aún más fuerte: los niños que consumían 1 hamburguesa por semana eran 75% más susceptibles de sufrir asma y 2 veces más susceptibles de sufrir sibilancia que los que comían menos hamburguesas. Otras comidas rápidas también fueron ligadas con un mayor riesgo de asma.

Otro estudio publicado en 2013 puso su atención, no en las hamburguesas, sino en una variedad mayor de alimentos, incluyendo: carnes, comidas rápidas, lácteos, huevo, papas, granos y sus derivados, frutas y verduras.

La ingesta de comida rápida estuvo asociada con mayor riesgo de asma entre adolescentes e infantes mayores.

El mayor consumo de frutas y verduras -de 3 o más veces por semana estuvo asociado con menor riesgo.

El mayor consumo de comida rápida también aumentó la frecuencia y severidad de los síntomas del asma en ambos grupos.

 

Cambiar la dieta para un alivio inmediato.

De acuerdo a un estudio de 2010 en la Universidad de Newcastle, una dieta alta en grasas -como la occidental- no solo aumenta el riesgo de desarrollar asma, sino de empeorar sus efectos inmediatos.

Los investigadores asignaron a 40 participantes consumir, o una comida grasosa de 1,000 calorías (52% provenientes de grasas) o una baja en grasa con solo 200 calorías (13% provenientes de grasas).

Encontraron que inmediatamente después de la comida grasosa, tuvieron mayores niveles de neutrófilos (células que disparan la inflamación) que los de la comida baja en grasa. Además, 3 a 4 horas después de la comida, los del grupo grasoso respondieron menos al inhalador que los del grupo bajo en grasa.

La investigadora Lisa Wood señaló que esto sugiere que reducir la ingesta de grasas podría ser muy útil en el manejo del asma.

http://www.vitasearch.com/get-clp-summary/37771

http://www.naturalhealingnews.com

http://www.sciencedaily.com/releases/2013/01/130116085352.htm

Cómo sería el mundo si desaparecieran los virus

Los virus parecieran existir solo para crear caos y hacer sufrir a la humanidad. Se han cobrado incalculables vidas durante milenios, eliminando grandes sectores de la población, como los 200 millones que murieron de viruela en el siglo XX.

La actual pandemia es solo una de una larga serie de interminables ataques virales.

Si se pudiese desaparecerlos la mayoría aprovecharía la oportunidad, sobre todo ahora. Pero esto sería un error mortal, más que cualquier virus.

“Si todos los virus desaparecen repentinamente, el mundo sería un lugar maravilloso…tan solo un par de días…, y luego moriríamos todos”, dice Tony Goldberg, Epidemiólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison.

“Todas las tareas esenciales que hacen los virus en el mundo superan por lejos a las malas”.

 

Visión equilibrada

La gran mayoría de los virus no son patógenos para los humanos, y muchos son esenciales en el mantenimiento de los ecosistemas.

Otros mantienen la salud de organismos, desde hongos y plantas hasta insectos y humanos.
“Vivimos en un equilibrio perfecto”, y los virus son parte de ello, dice Susana López Charretón, viróloga de la UNAM.
“Estaríamos acabados sin los virus”. La mayoría no es consciente de que ellos mantienen gran parte de la vida en la Tierra, porque nos enfocamos en los que nos causan problemas”.

Casi todos los virólogos estudian únicamente patógenos; pero “un pequeño grupo de científicos intentan brindar una visión equilibrada del mundo de los virus, y mostrar que existen virus buenos”, dice Goldberg.

Se sabe a ciencia cierta que, sin virus, la vida en el planeta, tal y como la conocemos, dejaría de existir. Y además, es imposible aniquilarlos a todos.

 

¿Cuántos hay?

No se sabe cuántos existen. Miles han sido clasificados, pero puede haber millones. “Hemos descubierto solo una fracción porque no hemos buscado mucho”, dice Marilyn Roossinck, ecologista de virus de la Penn State University, en EE.UU.

“Es solo un prejuicio: la ciencia solo se interesa por los patógenos”.

Tampoco sabemos qué porcentaje de los virus son nocivos para los humanos. Pero “Estadísticamente estaría cerca de cero”, señala Curtis Suttle, virólogo ambiental de la Universidad British Columbia, en EE.UU.

 

Clave para los ecosistemas

Lo que sí sabemos es que los fagos —los virus que infectan bacterias— son muy importantes. Su nombre, del griego phagein, significa devorar. “Son los mayores depredadores del mundo bacteriano”, dice Goldberg.

“Regulan las poblaciones bacterianas en el océano, y en muchos ecosistemas del planeta”

Si los virus desaparecen, las poblaciones bacterianas crecerían de manera desproporcionada. Esto sería muy problemático en los océanos, donde más del 90% de toda la vida es microbiana y produce casi la mitad del oxígeno del planeta, apoyada por los virus.

Estos virus matan cada día a un 20% de los microbios oceánicos, y al 50% de todas las bacterias oceánicas. Así, los virus aseguran que el plancton productor de oxígeno tenga nutrientes para su fotosíntesis, que mantiene gran parte de la vida en la tierra.

“Si no hay muerte, no hay vida; y esta depende del reciclaje de materiales”, explica Suttle. Y “los virus son importantes para el reciclaje”.

 

Pocas especies

Investigadores que estudian plagas de insectos descubrieron que los virus son críticos para controlar la población de especies. Si una especie se crece en exceso, “aparece un virus y los elimina”, explica Roossinck.

Este proceso es común en otras especies, incluyendo la nuestra, como evidencian las pandemias.

“Cuando las poblaciones se tornan muy abundantes, los virus se replican muy rápido y reducen a la población, creando espacio para que puedan vivir el resto de las cosas”, señala Suttle.

Si los virus desaparecen, “se pierde rápidamente la biodiversidad en el planeta”, añade Suttle. “Pocas especies tomarían el control”.
Algunos organismos también dependen de virus para sobrevivir, o tener una ventaja en un mundo competitivo.

Roossinck y sus colegas descubrieron evidencia de esta teoría. Examinaron un hongo que coloniza un pasto en el Parque Yellowstone, en EE.UU. Este virus le permite al pasto tolerar las altas temperaturas del suelo. “Cuando los tres están allí —el virus, el hongo y la planta— puede crecer en suelos calientes”, dice Roossinck. “Ni el hongo ni el pasto solos lo hacen”.

Descubrieron que las plantas y el hongo pasan el virus de generación en generación.

 

Protectoras para los humanos

Algunas infecciones con virales benignas protegen a los humanos de algunos patógenos. El virus inofensivo GB-C de la Hepatitis G, pariente del dengue, induce el que las personas VIH-positivo retarden su progresión hacia el sida, y que la gente infectada con ébola sea menos propensa a morir.

Igualmente, el herpes hace que los ratones sean menos susceptibles a ciertas infecciones bacterianas, incluidas la peste bubónica y la listeria.

Si bien las infecciones con este virus “son consideradas patogénicas”, la data muestra que el herpes entra en una “relación simbiótica” con su anfitrión, otorgándole beneficios inmunológicos.

Sin virus, nosotros y otras especies seríamos mucho más proclives a padecer otras enfermedades.

 

Tratamientos con virus

Los virus son uno de los agentes terapéuticos más promisorios para ciertas enfermedades. La fagoterapia utiliza virus para atacar infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos. También se estudian los virus oncolíticos, que infectan y destruyen células cancerosas, como un tratamiento menos tóxico y más eficiente.

“Todos los organismos que pueden ser infectados por virus pueden absorber genes virales y usarlos a su favor”, explica Goldberg.

“La inserción de nuevo adn en genomas es una modalidad evolutiva”. La desaparición de los virus perjudicaría la evolución en el planeta. Los elementos virales representan casi el 8% del genoma humano, y los mamíferos incluyen cerca de 100,000 restos de genes virales.

En 2018, por ejemplo, se hizo un descubrimiento fascinante. Un gen de origen viral, codifica una proteína que participa en la formación de la memoria a largo plazo, trasladando información entre células del sistema nervioso.

Pero el ejemplo más impactante es el de la evolución de la placenta de los mamíferos. La evidencia indica que somos vivíparos gracias a un código genético cooptado de antiguos retrovirus que nos infectaron hace más de 130 millones de años.

Como dijeron los autores del estudio del 2018 en la revista Plos Biology: “el embarazo humano sería muy diferente —o inexistente— si no fuera por eones de pandemias retrovirales que afectaron a nuestros ancestros”.

Cuanto más aprendamos de todos los virus, estaremos mejor equipados para utilizar algunos en nuestro beneficio y desarrollar defensas contra otros que podrían generar una próxima pandemia.

Aprender más sobre la diversidad viral nos ayudará a entender mejor cómo funciona nuestro planeta, los ecosistemas y nuestros cuerpos.

Como dice Suttle: “Necesitamos dedicar nuestros esfuerzos para tratar de entender qué hay allá afuera, para nuestro propio beneficio”.

Esta nota fue publicada originalmente en BBC Future: What if All Viruses Disappeared

Niños jugando

Los niños necesitan microbios para desarrollar inmunidad

Claro que es importante lavarnos las manos, particularmente en temporada de gripes y resfríos o cuando hacemos visitas a hospitales.

El problema es que –sobre todo en Occidente- los padres han llevado esto al extremo.

La “nueva” ciencia no muestra que el arrasar con los microbios usando los geles desinfectantes, jabones anti-bacterianos y dosis generosas de antibióticos está teniendo un impacto negativo en los sistemas inmunológicos de nuestros niños, es lo que afirma Mari-Claire Arrieta, co-autora del libro Let Them Eat Dirt: Saving Our Children from an Oversanitized World (Déjalos que coman tierra: cómo salvar a nuestros niños de un mundo esterilizado).

Esta profesora de la Universidad de Calgary, junto con su co-autor, el connotado microbiólogo Brett Finlay, parten de que estamos criando a los niños en un ambiente más limpio e hiper-higiénico que nunca jamás. Dicen que en la forma en que estamos exagerando, contribuimos a crear un montón de condiciones crónicas que van desde las alergias hasta la obesidad.

 

¿Qué la inspiró a escribir el libro “Déjalos que coman tierra”?

“Ambos somos microbiólogos y hemos estudiado la comunidad de microbios que viven en nuestro tacto digestivo, conocida como Microbioma. En años recientes, la investigación en nuestro laboratorio y en otros, ha demostrado que la salud de este microbioma desde una edad temprana es crucial para la salud el resto de nuestras vidas. Y no solo somos científicos sino padres también. Pensamos que tanto otros padres como quienes cuidan niños se beneficiarían de tener acceso público a este conocimiento.

Se ha estado hablando sobre que el abuso de antibióticos puede conducir a infecciones hospitalarias resistentes a los antibióticos, algo que podemos asociar a los ancianos y gente inmuno-comprometida. Pero concluimos que las implicaciones son más inmediatas e individuales que eso.

 

¿Cuál es la conexión entre los microbios y el desarrollo del sistema inmunitario durante la infancia?

Cuando nacemos no tenemos microbios. Nuestro sistema inmunitario está sub-desarrollado. Pero en cuanto los microbios entran en escena, disparan los mecanismos que hacen que nuestro sistema inmunitario trabaje apropiadamente. Sin microbios nuestro sistema inmunitario no podría combatir bien las infecciones.

Y no es solo su presencia, sino también lo que estos microbios producen. Generan moléculas y sustancias que interactúan directamente con las células del recubrimiento de nuestro tracto digestivo, pero también con otras células inmunológicas que se encuentran del otro lado de ese recubrimiento. Literalmente las entrenan. Es solamente por estos encuentros con esas sustancias microbianas que una célula inmunológica obtiene la información de lo que se supone deba hacer. Luego, estas células de los intestinos tienen la capacidad de transportarse a otras partes del cuerpo para continuar con su entrenamiento.

 

¿Qué hay de la teoría de la “hipótesis de la higiene”?

Esta hipótesis intenta explicar el porqué de las alergias, así como de la obesidad y de las enfermedad del colon irritable, y hasta del autismo, enfermedades todas que van al alza, lo que no puede explicarse solamente por los genes. Nuestros genes no cambian así de rápido. La investigación ha mostrado consistentemente que es la falta de exposición a los microbios la que está impulsando al alza estas enfermedades, ya que es ese intercambio con los microbios desde que nacemos, es lo que requiere el sistema inmunitario para entrenarse y así poder evitar el desarrollo de estas enfermedades.

 

¿Qué pueden hacer los padres?

Existe evidencia epidemiológica que muestra que los niños que crecen en un ambiente campirano, de rancho, tienen una menor posibilidad de desarrollar el asma, siendo que se trata de un ambiente menos limpio que el urbano actual. Pero esto sugiere que exponer con prudencia a los niños a esos ambientes naturales y jugar con sus mascotas, mejora su respuesta inmunológica.

También los estudios muestran que desinfectar todo lo que el bebé se lleva a la boca aumenta sus posibilidades de desarrollar asma. Esta incidencia disminuye si el chupón es limpiado con la boca por la madre del bebé.

Y todo esto apunta al hecho de que estamos viviendo demasiado “limpios” hasta el punto en que ya no resulte de beneficio.

Por supuesto que la higiene es crucial para la salud. Hay que seguirse lavando las manos, como antes de comer o después de ir al retrete, o de haber entrado en contacto con enfermos activos o en el hospital, pero más allá de eso no resulta necesario.

Así es que si el niño está jugando con tierra en el jardín, no se la quites. Tiene que existir un equilibrio entre prevenir las infecciones –que siempre son una amenaza a la sociedad- y promover una saludable exposición a los microbios.

Brandie Weikle – Special to the Star Oct. 20, 2016

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