Vitaminas contra la violencia

Estudios llevados a cabo tanto en Gran Bretaña y Dinamarca indican que los suplementos nutricionales ayudan a reducir las agresiones físicas, los robos y otros delitos entre la población carcelaria  Administrar a jóvenes reclusos una dosis diaria de suplementos vitamínicos y minerales podría ayudar a reducir los niveles de violencia, según un estudio de la Universidad de Oxford. 

Las autoridades británicas se proponen mejorar la dieta de un millar de reclusos -algunos de ellos asesinos- en un proyecto piloto de tres años en tres prisiones del país y que financia la fundación Welcome. 

Según una investigación previa en un centro de máxima seguridad para jóvenes delincuentes en Aylesbury, Buckinghamshire, los presos que recibieron una pastilla diaria con complementos vitamínicos cometieron un 26% menos de actos de indisciplina en comparación con el resto de reclusos y un 37% menos de actos violentos. 

Además del régimen alimentario habitual, algunos jóvenes presos (entre 16 y 21 años) reciben placebos mientras que otros ingieren más de 30 vitaminas y minerales, además de una dosis de Omega-3, diariamente, que ayudan a reducir la agresión y los cambios bruscos de estado de ánimo. 

Según John Stein, neurofisiólogo de la Universidad de Oxford que dirige el estudio, esto podría aplicarse también fuera de las cárceles para tratar a todos los jóvenes proclives a la violencia y la criminalidad. 

Los ácidos Omega-3, además del zinc y las vitaminas A, B y D, tienen un papel crucial en la química del cerebro, afirma Stein, según el cual hay una relación directa entre una dieta pobre en vitaminas y minerales y el incremento de la delincuencia. 

De acuerdo con ese científico, la nutrición no es la única causa de la criminalidad, pero la sociedad ha subestimado hasta ahora su importancia como desencadenante de comportamientos impulsivos y violentos. 

Para el clínico a cargo del estudio en EUA, Joseph Hibbeln, los resultados de su prueba no son milagrosos sino lo que puede esperarse si se conoce la bioquímica del cerebro y la biofísica de las membranas de las neuronas. 

La hipótesis de Hibbeln es que las dietas modernas estarían modificando la arquitectura y funcionamiento del cerebro. 

Así como la deficiencia de vitamina C causa escorbuto, la deficiencia en las grasas esenciales que necesita el cerebro y en los nutrientes necesarios para metabolizar esas grasas, causa muchos problemas mentales, desde depresión a agresión. 

Si Hibbeln tiene razón, las consecuencias son serias. La pandemia de violencia en las sociedades occidentales estaría relacionada con lo que comemos o dejamos de comer. La “comida chatarra” no sólo nos enfermaría sino que nos pondría “de atar”. 

En este último siglo, la mayoría de los países occidentales introdujeron dramáticos cambios en su dieta y los Omega-3, esenciales para el cerebro, fueron reemplazados por los Omega-6 de aceites industriales como soya (que además bloquea el Yodo), maíz y girasol. 

Vitaminas

Vitaminas contra la violencia

Estudios llevados a cabo tanto en Gran Bretaña y Dinamarca indican que los suplementos nutricionales ayudan a reducir las agresiones físicas, los robos y otros delitos entre la población carcelaria

Administrar a jóvenes reclusos una dosis diaria de suplementos vitamínicos y minerales podría ayudar a reducir los niveles de violencia, según un estudio de la Universidad de Oxford.

Las autoridades británicas se proponen mejorar la dieta de un millar de reclusos -algunos de ellos asesinos- en un proyecto piloto de tres años en tres prisiones del país y que financia la fundación Welcome.

Según una investigación previa en un centro de máxima seguridad para jóvenes delincuentes en Aylesbury, Buckinghamshire, los presos que recibieron una pastilla diaria con complementos vitamínicos cometieron un 26% menos de actos de indisciplina en comparación con el resto de los reclusos y un 37% menos de actos violentos.

Además del régimen alimentario habitual, algunos jóvenes presos (entre 16 y 21 años) reciben placebos mientras que otros ingieren más de 30 vitaminas y minerales, además de una dosis de Omega-3, diariamente, que ayudan a reducir la agresión y los cambios bruscos de estado de ánimo.

Según John Stein, neurofisiólogo de la Universidad de Oxford que dirige el estudio, esto podría aplicarse también fuera de las cárceles para tratar a todos los jóvenes proclives a la violencia y la criminalidad.

Los ácidos Omega-3, además del zinc y las vitaminas A, B y D, tienen un papel crucial en la química del cerebro, afirma Stein, según el cual hay una relación directa entre una dieta pobre en vitaminas y minerales y el incremento de la delincuencia.

De acuerdo con ese científico, la nutrición no es la única causa de la criminalidad, pero la sociedad ha subestimado hasta ahora su importancia como desencadenante de comportamientos impulsivos y violentos.

Para el clínico a cargo del estudio en EUA, Joseph Hibbeln, los resultados de su prueba no son milagrosos sino lo que puede esperarse si se conoce la bioquímica del cerebro y la biofísica de las membranas de las neuronas.

La hipótesis de Hibbeln es que las dietas modernas estarían modificando la arquitectura y funcionamiento del cerebro.

Así como la deficiencia de vitamina C causa escorbuto, la deficiencia en las grasas esenciales que necesita el cerebro y en los nutrientes necesarios para metabolizar esas grasas, causa muchos problemas mentales, desde depresión a agresión.

Si Hibbeln tiene razón, las consecuencias son serias. La pandemia de violencia en las sociedades occidentales estaría relacionada con lo que comemos o dejamos de comer. La “comida chatarra” no sólo nos enfermaría, sino que nos pondría “de atar”.

En este último siglo, la mayoría de los países occidentales introdujeron dramáticos cambios en su dieta y los Omega-3, esenciales para el cerebro, fueron reemplazados por los Omega-6 de aceites industriales como soya (que además bloquea el Yodo), maíz y girasol.

Cinco razones para dejar de comer pan blanco de caja 

Ha llegado el momento de dejar de consumir pan blanco de caja. Vea por qué: 

  1. Demasiado mezclado 

El trigo ya no es un alimento sano. Aunque sea ecológico o integral, el trigo moderno es híbrido. Contiene elevada cantidad de glutamina -proteína que irrita los intestinos-, y tiene mucho menos minerales y vitaminas que antaño. 

  1. Pobre en fibra, vitaminas y minerales 

El trigo integral puede no ser bueno para la salud, pero al menos contiene fibra, vitaminas y minerales. Pero en el pan blanco de caja, lo mejor de la harina se separa para dársela a los animales, y el resultado es un producto sin fibra y casi sin vitaminas y minerales–básicamente almidón; puras calorías sin nutrientes. 

Lo mismo ocurre con los cereales de caja. No se deje impresionar por las etiquetas que indican “enriquecidos con vitaminas.”La razón por la que se “enriquecen”, es porque los científicos se dieron cuenta en 1945 de que eran tan pobres en nutrientes, que la caja contiene tantos micronutrientes como los propios cereales -si no es que más. Los fabricantes añadieron entonces 3-4 vitaminas y poco Hierro. Es como robarle a alguien 10.000 pesos de su cuenta del banco y luego “enriquecerle” con veinte pesos. 

  1. Demasiado salado 

El pan blanco de caja está demasiado salado: un promedio de 19g sal/cada kilo de pan. Una porción de 250 g contiene 4.7 g sal (la máxima diaria recomendada por la OMS es 5g/día/persona). 

  1. Demasiado dulce 

El pan blanco de caja es puro almidón (azúcar) de combustión rápida o índice glucémico elevado, que provoca desgaste de insulina y reacciones de hipoglucemia. 

El índice glucémico indica el efecto de los alimentos en el nivel de glucosa en sangre durante las dos horas siguientes a su ingesta. 

El índice 100 de glucemia (el máximo) corresponde a la glucosa pura y…al pan blanco de caja, que es puro almidón, y éste a su vez una cadena de glucosas. 

Por eso consumir pan blanco es peor que comer terrones de azúcar: aumenta escandalosamente el azúcar en la sangre, afecta al páncreas y provoca el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares. 

  1. Demasiado gluten 

El trigo moderno fue un híbrido seleccionado por su riqueza en gluten, que es una mezcla de proteínas. Cuanto más gluten en la harina, más fermenta el pan y es más elástico y esponjoso: parece más apetitoso, hinchado, y se vende mejor. 

El problema es que el sistema digestivo de muchas personas no tolera tanto gluten del pan moderno. Esa intolerancia provoca cansancio, dolor abdominal, diarrea, reflujo, artralgias, eccemas, y trastornos neurológicos. 

Conclusión 

Se pueden comer sardinas, ensaladas, huevos, etcétera, sin pan, y sienta muy bien. Pero ya existe pan de Spelt, Ezekiel, Centeno 100%, o libres de gluten. Y las tostadas y totopos salen al rescate. Incluso se sentirá más ligero y con más energía después de una comida sin pan de trigo.